Descripción
En el antiguo Egipto se levantaron a ambos lados del gran rio Nilo grandiosos templos y sepulcros que avivan nuestra admiración con sus dibujos e inscripciones, como fidedignos narradores de aquel pasado al que debieron su nacimiento.
Todo lo que estaba representado en los muros de los templos, en los obeliscos, columnas, en las losas sepulcrales y en las estatuas, en los sarcófagos y en los rollos de papiro encerraban misterios, todo era ininteligible desde que el emperador Justiniano cerrara el templo de Isis en Philae y expulsara toda posibilidad de tener una noción de la escritura y del lenguaje del antiguo Egipto.
Pero estaba reservado para el siglo XIX un descubrimiento: el hallazgo de la clave para descifrar la escritura jeroglífica de los antiguos egipcios. Fue gracias a Jean-Francois Champollion, quien formaba parte de la expedición de Napoleón Bonaparte, que un pasado que había estado oculto por mas de catorce siglos, empezó a ser conocido nuevamente.
Así, gracias a las investigaciones y a la triple inscripción de la famosa Piedra de Rosetta, hallada en 1799, se inició la investigación que se dirigió desde entonces con paso seguro al conocimiento de la civilización egipcia.
